Nártex es una palabra de origen griego que significa “Atrio” y es la entrada a la iglesia. En la antigüedad aquí permanecían los catecúmenos o personas no bautizadas que no podían ingresar a la iglesia. Una persona bautizada antes de ingresar a la iglesia atravesaba el laberinto para perfeccionar su espíritu y a la vez purificar su alma. El Nártex fue tallado en roca de sal. Al ingresar nos encontramos con una rampa al costado derecho que culmina en las tres grandes naves, y hacia el costado izquierdo encontramos un laberinto con tres escaleras, cualquiera: izquierda, centro o derecha los dirigirán a las tres grandes naves. Los invitamos a descender por el camino que más les guste.
En la parte superior del Nártex se encuentra San Miguel Arcángel, este tiene una franja en la cual se puede leer en latín “Vosotros sois la sal de la tierra”.
El manejo formal y espacial del Nártex de la Catedral, evoca esta tradición, igualmente y de manera significativa, el concepto de los laberintos dispuestos en el pavimento de algunas iglesias y catedrales cristianas medievales, antecediendo a la nave principal; caminos de peregrinaje y meditación o incluso simbólicamente como un Calvario, cuyo intrincado trazado recorrían de rodillas los penitentes en busca del perdón divino. En este laberinto se encuentran tres caminos por los cuales se ingresa a la iglesia. Aquí las personas escogen qué camino tomar y así purificar sus almas. Es precisamente este concepto de transición, de paz y tranquilidad entre el mundo exterior profano y el sagrado espacio interior, previo al ingreso de la nave central lo que explica y simboliza al “Nártex” como el laberinto de la perfección espiritual y al recorrido del Viacrucis que lo antecede, como la vía mística hacia el encuentro con la propia fe.